Nuestras experiencias de vida determinan cómo nos manejaremos en este mundo. Las lesiones físicas y los traumas emocionales se almacenan en el cuerpo causándole opresión y aberraciones, que, con el tiempo, resultarán en un hombro más alto que el otro, una pierna torcida, dolor en uno de los lados de la espalda, etc. Si alguna vez has tomado una clase de yoga, estas aberraciones son más evidentes a medida que observas que puedes girar más hacia un lado o te extiendes hacia el suelo con una pierna, pero no con la otra. Esto es normal pero cómo se verá a continuación, estas características físicas pueden afectar nuestra estabilidad emocional y psicológica.
¿Alguna vez has encontrado una persona que es realmente positiva la mayor parte del tiempo; alguien que es seguro y resistente, incluso en tiempos de adversidad? Esa persona probablemente se pone de pie erguido, con el pecho hacia fuera, los hombros hacia abajo y la cabeza bien alta. Esta persona toma la iniciativa y la responsabilidad y actúa con integridad. Esta es la postura de una persona entusiasta.
Por otra parte, es relativamente fácil detectar la postura de una víctima. Esta persona que lleva consigo su miedo y sus heridas lo demuestra con los hombros curvados y la cabeza colgando hacia delante. Es la postura de alguien que puede quedarse atorado en la negatividad. Alguien que habla poniéndose a la defensiva y con frecuencia busca culpables y jueces.
Si nos fijamos en ellos, estos atributos son fáciles de detectar. Concientemente, usted puede identificar a la gente que será una influencia positiva en su vida o que quizás agoten su energía. La verdadera clave es observar en nosotros mismos, tanto los atributos físicos como los emocionales y hacer conciencia para mejorar nuestra actitud y nuestra estabilidad emocional. Existe una gran variedad de otras prácticas que pueden ayudar a mejorar la postura física. He aquí una breve lista de ellas: Iyengar Yoga, Feldenkrais, Zentherapy, Rolfing, Hellerwork, Técnica Alexander, entre otras.
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